martes, 22 de febrero de 2011

Aferrados a la roca

Me da mucho gusto escribir que nuestra excursión de rappel fue todo un éxito. El sábado 29 se encontraron 20 extraños en el parque Lincoln, digo 20 extraños porque aunque los Poseidones nos conocemos entre nosotros y cada quien a sus invitados, éramos un grupo que debía conocerse mejor.

La primera en llegar, y ganó Drakmas por puntualidad, fue Miriam con su invitado -Rodrigo-. También andaban por ahí Karim, Juan Carlos y Ronaldo con sus pezuñas de Minotauro (me vuelven a llevar tenis dorados, o azul con plata, y no van de excursión). 



Enrique trajo a Armando y a Paola, con Fer en Tritones se veían muy bien.

Me sorprendió ver a Alcíone de diez chicas y un chico: Michelle, Jessica -con Cassandra, Arturo y Eprin-, Ari -con Vianney-, Janetzy y Citlali.

El traslado a Las Arañas corrió sin incidentes... hasta que nos dimos cuenta de que el operador del camión no tenía idea de donde estaban Las Arañas y nos bajó en el cerro de Moctezuma, por eso no dimos con las paredes que buscábamos más altas y muy verticales, equipadas con anclajes artificiales.

Siempre dispuestos a darles la mejor actividad, dimos con una pared alta, intrincada, donde debían esquivar ramas, arbustos y las flechas de los aborígenes... bueno, sólo ramas y arbustos. El detalle estaba en que no había modo seguro de regresar y nos dimos cuenta hasta que hicimos el descenso de prueba... había que regresar escalando y no iba a dar tiempo para que lo hicieran los veinte.

Cambiamos al descenso que ustedes conocieron y pusimos el anclaje. Treinta drakmas para quien mencione un detalle que haya observado en el anclaje. A propósito usamos una técnica diferente, verán: en la mayoría de los "centros ecoturísticos" o "recorridos de aventura" les prometen rappel de "mil ocho mil" metros y bajan cinco, con un pelado que los asegura desde abajo. 

Nosotros, pusimos dos líneas: una para que descendieran ustedes y otra para David, quien los guiaba mientras comenzaban a sentirse seguros -y yo preparaba al que seguía-; en lugar de alguien asegurándolos con su propio peso corporal, hicimos un nudo prusick desde su sistema de seguridad -el mosquetón unido a su arnés.

Jessica nos muestra cómo podían soltarse sin caer.
Ese pequeño cambio técnico hacía una gran diferencia: podían soltarse de manera segura; de haberlo hecho con alguien abajo y sin nudo, si se soltaban... digamos que era caída libre y quien estuviera abajo los iba a columpiar.

El primer valiente fue Rodrigo, quien con David mostrándole cómo, inauguró nuestra línea de descensos. Y, si la memoria no me falla, le siguió Fernanda, después Miriam, Juan Carlos, Ronaldo, Arturo, Cassandra, Eprin, Vianney, Armando, Paola, Ariana, Jessica, Michelle y Enrique. Cerré yo para desmontar la línea.

Volvió al parque en la tarde un grupo más integrado, una parejita y un montón de piltrafas humanas insoladas, sedientas, empolvadas, muy resbaladas entre cardos espinosos pero muy contentas.

Espero que nuestros invitados se hayan divertido mucho y hayan hecho algo nuevo, es sólo una muestra de por qué sus amigos entregaron sus sábados. No nos dedicamos a vender galletas, pero tampoco es sólo pegarnos contra una piedrota: cada uno estamos comprometidos a dejar este mundo en mejores condiciones de como lo encontramos.

Espero volver a verlos muy pronto, poco a poco se teñirán de verde y descubrirán el abrazo de Poseidón.

Agradecimientos especiales: A David Urdaibay por acompañarnos, instruirnos y prestar su, nada barato, equipo.
A Nacho: por soltar ciegamente su cuerda dinámica y un arnés.
A Enrique y Ronaldo por ayudarnos a recibir abajo a los que rappeleaban y acomodarles el sistema en el arnés para su cómodo regreso.

El sábado 26 no tenemos actividad porque los scouters nos vamos de campamento, sólo me veo con los guías de patrulla para comprar el material de los banderines. Dentro de quince días tenemos sesión de Corte de Honor y una actividad especial en los alrededores del parque Lincoln.
(Las fotos de todos están en el display de la derecha)
¡Hasta la próxima!


Solos, somos gotas; unidos, somos océano: somos Poseidón.

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